sábado, 3 de marzo de 2012

De Trovadores y Juglares
Los cantautores y roqueros del Medievo

Con los trovadores y los juglares lo más habitual que se suele hacer el confundirlos, cuando son “profesiones” bastante diferentes.

Los juglares: Aparecen en Europa entorno al siglo X, son una mezcla de cantantes, músicos, saltimbanquis, malabaristas y contadores de historias y leyendas. Suelen ser ambulantes, aunque a veces se establecen en la corte o al amparo de algún señor feudal. Son de estrato social humilde, y en consecuencia autodidactas, alfabetos y se expresan en la lengua del pueblo. En ocasiones el juglar está más próximo al bufón que al artista. Aunque con el paso de los siglos los juglares van creciendo en su oficio, y en el siglo XIV ya en poco se diferencian de los trovadores, más allá de su itinerantica y ser de origen plebeyo. Para el siglo XV ya está en vías de extinción.

Los trovadores: Empiezan a aparecer a finales de siglo XI, aunque su momento de mayor esplendor fue durante el siglo XII y principios de XIII. En el siglo XIV ya estaban en franca retirada. A diferencia de los juglares son personas instruidas, pertenecen a la nobleza, escriben sus propios textos, empleando para ello el latín, e incluso crean estilos de poesía y de cante. Los trovadores no cuentan leyendas, ni tampoco hacen malabares, sino que escriben poesía y canciones con intención de sátira social, conquista amorosa, o crítica política, por lo que con esas temáticas se ganan muchas enemistades y necesitan una buena posición para no ser eliminados.

En El Códice Negro aparece Leodovico, un juglar, ya que cronológicamente no podía ser un trovador, primeros del siglo XI, aunque el autor se toma la licencia de poner a aquellos en boca de éste, pues ante la insistencia de doña Agnès de que le cuente historias galantes y le recite poesía, Leodovico le insiste en que él es un juglar y no un trovador, pues estos son quienes dominan tales artes, y en todo caso, aunque las conociera no las podría emplear, ya que le crearían una serie de enemigos de los que, por su posición, no se podría defender. No ocurre esto con Wifredo que quiere oír historias de batallas y leyendas de hazañas épicas, amenizadas con un poco de música para enfatizarlas. Como se comenta al principio, Leodovico es un personaje ambulante, errático, que, por circunstancias, está pasando unos días acogido por el señor de la comarca.



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