Albert Puig es un personaje gris, un empleado de la diócesis, está acodado en su puesto de director del museo diocesano de la Seu de Urgell, y no tiene ganas de complicase la vida con historias que le cuente el primero que entre por la puerta de su despacho.
Aunque Albert Puig no es un personaje intranscendente para El Códice Negro, por mucho que sea gris y sin brillo, pues es él quien indica a Raquel que debe ir a Girona y allí, en el archivo de la catedral, preguntar por un monje franciscano, Fray Perera, pues él es posible que sí pueda saber algo, al ser gran conocedor de los antiguos legajos, y, además, es propenso a involucrarse en ese tipo de aventuras.
Fray Perera también recordaba a Albert Puig, cuando Raquel al conocerlo le comentó quien le había referido a él, de crío le había dado clase en la escuela, de religión y de arte. Su recuerdo iba de un pícaro rebelde, hasta la admiración por haber llegado a ser director del museo.
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