El Codex Granatensis, o más bien De natura rerum, es otro de los “Grandes Códices” que se conservan en España, concretamente en la Universidad de Granada, aunque no es tan antiguo como otros miembros de este exclusivo club, entre los que se puede encontrar el archifamoso, malogrado y liberado Codex Calixtinus o Códice Calixtino; el Códice del Beato de Liébana, que encabeza otra saga de reputados textos medievales, los denominados “Beatos”; o el propio Cantar de Mio Cid, entre la novela de aventuras, el poema épico y el documental histórico; no por ello, por su “falta” de antigüedad pues data del año 1400, su publicación como un compendio único, en conjunto, ya que está formado por una recopilación de otros textos previos que se adentran hasta mediados del siglo IX.
Tacuinum sanitatis, como también se le conoce, es una recopilación de buena parte del conocimiento de su época sobre las temáticas que hoy en los planes de estudio entrarían en la asignatura de “Ciencias” o “Ciencias Naturales”, salvo algún detalle puntual como su tratado de cetrería. Por cierto que, este segundo nombre corresponde a otra de las obras que engloba, y que además está incompleta, pero como su autoría se atribuye a un conocido y venerado santo, pues en tiempos pretéritos se le dio más importancia a ese fragmento por su autor, que al resto del texto por su contenido, al tener una paternidad menos ilustre.
Entre el contenido del Códex Granatensis destacan los libros escritos por Tomás de Cantimpré, en los que se pegó el palizón de 15 años, nada y nada menos, ahí son ganas de escribir. De Cantimpré, tiempo más tarde, también llegaría a santo, como su vecino de paginación. Fueron un total de 19 libros con los que se dio forma a la Enciclopedia Científica De Natura Rerum que estaba distribuida como sigue: el hombre (I-III), los animales (IV-IX), las plantas (X-XII), las aguas (XIII), piedras y metales (XIV-XV), astronomía, astrología y meteorología (XVI-XVIII), elementos (XIX). Aunque de todos ellos en el códice solo se conservan la parte final del libro III, seis libros completos (IV-IX) y fragmentos de los libros X-XII.
Además, quedan dos elementos más que se incluyen en el Códice Granadino, por un lado, a caballo entre el siglo XII y el XIII un pequeño tratado de cetrería, arte-deporte muy apreciado por los nobles de la época; y en segundo lugar, el ya mencionado e incompleto, Tacuinum sanitatis que en tiempos se atribuyo a Alberto Magno, San Alberto Magno, el primero de los santos ya comentados arriba, aunque pasado el tiempo, ya con el velo de fe sustituido por la mirada analítica de la ciencia, parece que este texto es realmente de Ibn Butlan, al-Mujtar ben al-Hasan.
Añadir por último que el Codex Granatensis, al igual que recientemente el Codex Calixtinus, en su momento, allá por 1986, fue objetivo de la codicia, el pillaje y la delincuencia, cuando una de sus páginas fue robada y por la que posteriormente hubo que pagar, en Holanda, un rescate de 5.000.000 ptas de la época. Como siempre en estos casos, y según se desprendió de las investigaciones policiales, parece que, “el golpe” estuvo orquestado desde dentro de la propia institución que lo custodiaba. A día de hoy se encuentra custodiado en una cara de seguridad, y su acceso está muy restringido.
Información de la imagen:
La imagen que encabeza este artículo ha sido enlazada desde la web del periódico El Ideal de Granada, donde aparece en una noticia fechada el 18 de marzo de 2008 que lleva por título La institución universitaria enseña y explica sus tesoros bibliográficos
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que interesante este blog
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