lunes, 17 de septiembre de 2012

El Ecce Homo y la “Eccehoma”

Mucho se ha hablado este verano del Ecce Homo, a consecuencia de una memorable restauración artística, que ha sido objeto de amplio reconocimiento. Pero no es ese el Ecce Homo al que se hace referencia en este texto, sino al que tiempo antes quedó plasmado en El Códice Negro.

El Ecce Homo, palabro en latín, del Evangelio de San Juan (19:5), se refiere a las supuestas palabras de Poncio Pilato “He aquí el hombre” cuando como gobernador romano presentó a Jesús de Nazaret, a la muchedumbre que pedía justicia sobre aquel alborotador.

El término Ecce Homo, cuando se eliminan las mayúsculas y los espacios y queda reducido a eccehomo, ya no hace mención en el sentido evangélico del término, sino a la prosaica, en tanto que describe a una persona, cualquiera, como alguien lacerado, de lastimoso aspecto, como se señala en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.

En este último sentido es como aparece en El Códice Negro, empleando un palabro aún más palabro si cabe, licencia del autor, como es “eccehoma” con el que Raquel se refiere a sí misma durante la visita a un amigo que se encuentra dirigiendo las tareas de fundido de hormigón para un puente en las proximidades de Alberic-Valencia, donde dadas las circunstancias se ensucia de forma considerable su indumentaria.

Evidentemente la palabra “eccehoma” no existe, en todo caso, ponerse ilustrada sería “eccemulier”, pero Raquel lo emplea de forma coloquial al mirarse a sí misma con cierta sorna, como una feminización premeditada del término correcto: eccehomo.

Información de la imagen:
Ecce homo, pintura de Antonio Ciseri, representanción de lo expuesto por San Juan
Imagen extraída de la web Bogo



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